domingo, 12 de mayo de 2013

Es hora de hablar

Pepa, era una burrita blanca, embarazada de 9 meses (las burras dan a luz a los 11), los burros blancos, por si alguien lo desconoce, actualmente son una especie protegida.

Yo, por aquellos entonces, trabajaba en un prestigioso zoológico de Madrid para una yeguada, que se dedicaba a dar paseos a los niños en pony y en burro.
Al principio, estaba muy contenta de tener esa oportunidad, ya que como técnica veterinaria que soy, supondría un fuerte en mi CV y además podría estar en contacto con animales, lo cual siempre ha sido mi sueño.

La situación empezó a empeorar en cuanto fui conociendo la realidad. Ciertamente, este establecimiento, estaba más preocupado por ganar dinero que por sus animales. Para mi sorpresa, me informaron que debía montar niños para dar paseos sobre Pepa. Pepa tenía una barrigota gorda, gorda, gorda y me miraba con aquellos ojitos de tristeza.
Las animalistas, la cuidábamos lo máximo posible para tratar de que se sintiera agusto e intentábamos no subirla mucho peso (yo no la subía niños mayores de 4 años y en ocasiones me negaba a que la montasen, cuando la veía cansada). Aún con todos los cuidados que la ofrecíamos, Pepa no estaba bien. Las cuadras que nos prestaban para tener a nuestros animales estaban en un estado pésimo, por mucho que las limpiásemos a diario, se inundaban todos los días, la paja estaba mojada y dentro, se podía sentir la fría humedad.

Pepa no se quejaba, hacía lo que la dijeses, yo cada vez me sentía peor. Debía proteger a ese animal indefenso. Esta burrita era muy inteligente, ya iré contando más cosas sobre ella, pero era extremadamente inteligente y tan buena... cuando un niño estaba mal sujeto y corría riesgo de caerse, pepa me empujaba con su cabezota para avisarme.

Las condiciones de las cuadras, como ya he dicho eran inhumanas, pero para más inri, la veterinaria de este establecimiento, cuya competencia pongo en duda, no se preocupaba en absoluto por la salud de los animales. Numerosas veces fuimos a decirle que la burrita tenía los cascos (Pezuñas de las patas) podridos, con muy mal olor y un color verdoso, enfermedad producida por la humedad. Debido a su desconocimiento decía que eso no importaba, para quien desconozca este dato, los burros, al igual que otras especies semejantes, cuando tienen los cascos mal, pueden correr el riesgo de enfosarse. La infosura o laminitis, es la inflamación de las láminas que forman la unión entre el estuche córneo del casco y el tejuelo y en muchas ocasiones, por desgracia significa tener que eutanasiar al animal.
 Hay varios motivos que pueden causar una infosura, por ejemplo mala alimentación (demasiado grano en una sola toma) que puede producir un cólico que a la vez produce la infosura, exceso de ejercicio de golpe sin calentar debidamente, por descuido en el herraje o por un traumatismo o por humedades constantes en la cuadra, además, esta patología empeora cuando el animal está embarazado (Siento no decir preñado pero mis ideales me hacen afirmar que debo dar el mismo trato a todas las especies de seres vivos) debido a su exceso de peso.
Pongo en vuestro conocimiento, que la alimentación de esta burrita, por desgracia no era todo lo buena que debería ser y no tomaba suplementos alimenticios a pesar del fuerte ejercicio al que estaba sometida, no estaba herrada y no tenía ningún tipo de entrenamiento antes de salir a la pista a trabajar.
Pepa, solo conocía el camino (De unos 100 metros) que separaba la pequeña cuadra de la pista de trabajo, por suerte, luego corrió mejor suerte al salir de esa cárcel.

La situación comenzó a indignarme y lo hablé con el jefe. Todo hay que decirlo, rápidamente se llevo a la burrita a su finca para que descansara. Allí en la finca, tuvo a su bebé, un burrito blanco muy revoltoso al que le pusimos el nombre de "burrito". Hasta donde yo sé, los dos siguen pastando en una pequeña finca, disfrutando del aire libre. Deseo con toda mi alma que así sigan.

En este establecimiento, denominado zoológico donde tienen encerrados a los animales y no les prestan los cuidados pertinentes, estuve poco tiempo, ya que anteriormente trabajaba en otro establecimiento denominado también zoológico o parque natural (no quiero poner nombres, aunque se deducen) pero en el que tienen un poco menos mal a los animales y solo estaba para una sustitución, motivo por el cual, regresé al otro zoológico. En el establecimiento donde realicé la sustitución, no aguantaba más en aquel lugar donde los animales que estaban a mi alrededor aullaban de dolor y los cuidadores no podían hacer nada al respecto, miraba a la derecha, un oso había caído por el barranco que les separa de los humanos y llevaba 3 días allí tirado magullado y dolorido, nadie le ayudaba,miraba en frente, terneros encarceladas en una mini cuadra, en la cual no se podían mover, su destino era aún peor, cuando crecían eran trasladados a un matadero para convertirse en carne. Miraba al lado de mis cuadras, una tigresa blanca de bengala rugiendo sin parar, manifestando su dolor, pues, estaba paralítica y no podía moverse, la tenían encerrada para que la gente pudiese verla, sabiendo que su recuperación era imposible, ¿por qué no la sacrificaban?, por que solo había una... ya escribiré sobre Nadia en otra entrada... una triste vida con un triste final... y así podría hablar de cientos de animales que vivían en estos establecimientos de los que fui testigo presente de su explotación.

Aunque el sueño de mi vida, era trabajar en un zoológico, me empecé a dar cuenta de aquella terrible realidad. Los animales no son juguetes que estén a nuestra disposición. Son almas libres que anhelan la libertad. No deben estar encerrados ni ser sometidos. Deben vivir en contacto con la naturaleza y correr sin preocupaciones dentro de su hábitat.

Aquí os pongo unas imágenes de Pepa, en la primera imagen, podemos observar la enorme barrigota de Pepa y en la segunda, nuestra burrita está con su compañera inseparable Lunares, una encantadora pony que se puso muy triste cuando Pepi se tuvo que marchar del zoológico, actualmente, Lunares sigue viviendo el infierno al que están sometidos los animales encarcelados. 


 


Soraya R. Oronoz

2 comentarios:

  1. Interesante historia la de Pepa y muy bien relatada, la verdad que me alegro que tuviera un buen final, ya que la gran mayoría de los animales no gozan de la misma suerte, por un mundo libre ánimos y sigue así ;)

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    1. Gracias, Jair, lucharemos por tener un mundo mejor en el que la palabra tortura animal vaya desapareciendo. Ahora mismo, no tengo noticias de Pepa, es lo último que supe de ella, espero que esté bien y siga en libertad.

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