Hoy es un día agridulce para mí. Agri- porque se nos ha ido Dado, nuestro pequeño ratito y dulce porque hace exáctamente un año, decidí dejar de comer animales.
Dado, era un ratito guapo, educado y cariñoso, hoy, decidió que era su hora. Se ha quedado dormidito para siempre, entre mimos y entrecortada respiración ha captado su última imágen, su mirada se ha quedado vacía, ya no está con nosotros. Se ha ido con us papás Miko y Pekari y, junto a todos sus hermanitos.
La vida es sagrada, todo ocurre tan rápido, un abrir y cerrar de ojos y, la última imágen capturada quedará retratada en tus pupilas eternamente. Hoy estás y mañana no...
Si algo he aprendido tras estos años acompañada de mis queridas ratitas, ratitos y ratoncitas y de mis gatos es sin duda a valorar la vida, a saber que todos sentimos, que cada minuto que pasamos junto a nuestros seres queridos es un regalo, que todo es efímero, nada es permanente salvo el amor y el respeto.
Aquí podéis ver una foto de pekari (la mamá de Dado) y de sus hermanitos:
La tristeza inunda mi alma cuando pienso que todos los que se han ido ya no volverán. No puedo entender como a la gente puede darle igual la muerte de un ser vivo, todos queremos vivir, tu "mascota" tiene sentimientos, el cerdito que te comes también y, por supuesto, los pollitos que trituran para las hamburguesas, los terneritos que separan de sus mamás para que produzcan leche sin cesar, las ocas a las que explotan literalmente vivas para que llegue a tu mesa ese "delicioso foie"... no entiendo como hemos perdido todos los valores que caracterizan a un ser humano, se supone que la empatía es una de nuestras grandes aliadas y yo no paro de ver ejemplos de antiempatía.
Esta entrada es muy rara, ruego que me perdonéis pero, sentía la necesidad de escribir desde el corazón. No con palabras bonitas y redundantes sino, con lo que mi alma siente y lo que siento, lo puedo traducir en dos palabras, tristeza y desesperanza. Se me encoje el corazón cada vez que pienso en Dado, en Pekari, en Miko, en Petite, en cristal, en chispita, en Pata, en chinche, en Choco, en todos los que me han regalado su compañía sin pedir nada a cambio, la vida es muerte y la muerte es vida pero, todos merecemos un final feliz.
Quiero pensar, que todos los seres inocentes, al morir, se desprenden de sus cuerpos para ir a un lugar mejor, lleno de colorines, de comida rica, de olores agradables y de muuucho espacio para correr, un lugar llamado arcoiris, un lugar en el que solo las almas más puras pueden entrar, sin acceso a humanos que se apropien de todo y de todos, un lugar de calma y tranquilidad. Eso quiero pensar, me niego a creer que ellos, desaparezcan sin más.
Soraya R.Oronoz
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