Con mi nota de acceso a la universidad en las manos, me planteo, si realmente quiero ser veterinaria, ya soy técnica veterinaria, y he podido contemplar los aspectos negativos de esta profesión con mis propios ojos, también hay muchos aspectos positivos, por supuesto, y por eso nace mi duda y mi reflexión. Hace tres meses y dos días aterricé en el aeropuerto Stansted, en Londres, hasta ese día, todo estaba bajo control, preparar mi PAU para subir nota y acceder a veterinaria, disfrutar de mi estancia en el extranjero, seguir comiendo lo que me gustaba... pero entonces... algo cambió en mí. Cientos de circunstancias me condujeron a dejar de alimentarme de la tortura y sufrimiento de otros animales, millones de documentos, investigaciones y conocimientos llegaron a mi poder, ya, no había vuelta a tras, un punto y final en mi vida y un nuevo párrafo por empezar. Desperté de mi desconocimiento sobre miles de problemas ambientales causados por el ser humano, abrí los ojos ante lo que estaba haciendo y decidí, no me gustaba comer animales y, deje de hacerlo. Para mí, esto no supuso demasiado cambio ya que apenas los consumía con anterioridad pero... a partir de aquí, algo cambió en mi cerebrito, un interruptor hizo click y saltaron chispitas que hicieron que mis conexiones neuronales se desconcertaran. ¿De verdad quería ser veterinaria?, durante este tiempo,he recolectado información sobre esta preciosa y a la vez dura profesión, y sobre su plan de estudios.
Siempre pensé que el veterinario únicamente se dedicaba a dar vida y no a quitarla. Para mi sorpresa, un documento con el que me topé (el cual está en una de mis publicaciones anteriores), indicaba que para formalizar la matrícula para el acceso al grado en veterinaria, debía firmar la aceptación de realización de prácticas en animales vivos y/o muertos y superar las pruebas en estancias destinadas al exterminio de animales de granja, llamados mataderos. Me quedé estupefacta, no se hasta qué punto alguien que ame los animales puede firmar y autorizar con la tinta de su bolígrafo la muerte de millones de animales para que acaben en el plato de otros animales denomidados humanos, por desgracia, muchos veterinarios buenos, realmente sensibilizados con el cuidado y necesidades del resto de animales no pertenecientes a su especie, abandonan sus estudios por ser incapaces de llevar a cabo las prácticas experimentales y de tortura que en muchos casos son totalmente innecesarias.
Me declaro incapaz de matar o hacer daño a un animal para aprender, respeto toda forma de vida y aborrezco a quien se cree con el derecho de acabar con ella para algún estúpido y egoísta fin. Sí, por supuesto que se necesitan veterinarios, no lo dudo, no critico su profesión, critico el plan de estudios actual, que te obliga a realizar cosas en contra de tu voluntad, procurando así profesionales incapaces de sentir, profesionales que por tener un título en sus manos, esos que se piensan defensores de los animales, quitan vidas, despojan a criaturas de sus almas y de su aliento, o simplemente de su libertad.
Algo en mí ha cambiado, necesito pensar mucho pero... es posible que dentro de unos días, cuándo deba elegir mi profesión, descarte la de veterinaria, simplemente, por que respeto la vida y si, para salvar unas vidas, hay que acabar con otras,esto no tiene para mí sentido. Será una dura decisión, ya que es enfrentarme a mi sueño y a la realidad, espero tomar el camino adecuado y no arrepentirme.
Siempre lucharé por los derechos de todas aquellas criaturas que habitan la Tierra y si para ello, tengo que sacrificarme y no estudiar algo que va en contra de mis principios, pienso, que así haré.
Seguiré formándome, informándome e informando para tratar de cambiar todo lo que no considero injusto en el mundo, y llegará un día, en el que sepa, que todo tiene su recompensa.
Soraya R. Oronoz
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