No quiero aburriros con tecnicismos, así que, iré al grano. Gran cantidad de estudios científicos, han demostrado que en el reino animal, muchos individuos cuentan con un sistema límbico muy desarrollado, coincidiendo con las especies con mayor desarrollo cognitivo-cerebral (vamos, en términos científicos, ya sabéis que el cerebro mas inteligente, según el humano, es el que más se parece al suyo propio, ¿cómo iba a ser de otro modo?).
Entre los animales con sistema límbico más desarrollado, encontramos al humano, a los primates, a las ratas y a los cerdos. Curiosamente, pese a que esta información viene a decirnos claramente que aquellas criaturas que supuestamente, están más dotadas de capacidad para gestionar emociones propias e incluso ajenas, individuos que son capaces de sentir y mostrar empatía hacia miembros de su propia especie o incluso de otras, precisamente a esos, son los que bajo juicio humano son los que más se necesitan en un laboratorio de tortura animal.
¿Una rata?, tiene el cerebro extremadamente parecido al humano, muestra estados emocionales con gran facilidad, comparte emociones con sus congéneres pero, ¿qué más da?, no, no... pensamos que la rata ha nacido para servir al hombre, para vivir encerrada en una vitrina de cristal, en una jaula-probeta o en un tubo de gases, ¡es para lo que sirven! ¿verdad?, ¿es está la inteligencia emocional humana?
¿Te imaginas vivir atemorizado, angustiado, con miedo y privado de tus derechos como ser sintiente?, sabemos que los animales sienten, que los animales sufren e incluso que muchos de ellos poseen pensamiento abstracto y capacidad de representación mental, lo cual aunque, según los ególatras humanos no se puede comparar, los hace incluso más inteligentes que un niño de nuestra especie de menos de tres años, para ser clara, aquel que tiene pensamiento abstracto, imagina y aquel que imagina piensa, aquel que piensa razona y aquel que razona siente, aquel que siente sufre, aquel que sufre ama, aquel que ama teme, aquel que teme puede adelantar acontecimientos y resolver problemas entre otras cosas, en esto se traduce la capacidad de abstracción mental.
Hay imágenes que demuestran cómo incluso los pobres pequeños pollitos industriales, como los llamo yo, esperan su turno para ser triturados con angustia y apegados a sus compañeros, o, como las vacas antes de entrar al matadero tratan inútilmente de huir. Amigos, esto, se llama "capacidad para adelantar acontecimientos" o, lo que anteriormente he mencionado como "abstracción mental", esto se llama inteligencia y es sinónimo de SENTIMIENTOS de ganas de vivir y de rechazo al sufrimiento y al dolor.
Hay quien dice que los animales no son conscientes, pueden argumentar el echo de que la mayoría, no tienen la capacidad de autoconciencia, ya que por ejemplo, algunos no se autorreconocen en un espejo, pero, la verdad, me cuestiono mucho este tema, si no son conscientes de sí mismos, ¿por qué cuándo escuchan en los mataderos el aterrante sonido del dolor saben que les espera el mismo final?
El cerebro humano no tiene por qué ser el más maravilloso señores, no, en realidad, pienso que todos nos parecemos tanto que eso nos asusta. Las barreras de la neurociencia y los estudios relacionados con el tema coartan los intentos de demostrar demasiadas cosas que siguen hoy día en el aire, estamos tan retrasados en este aspecto, que seguimos permitiendo que simios, ratas, cerdos, perros, gatos, conejos, hurones, ratones... sigan agonizando en sus celdas de experimentación para seguir con la prepotencia que nos caracteriza.
Si de verdad somos seres inteligentes racional y emocionalmente, deberíamos ser capaces de demostrarlo, no deberíamos mostrarnos como seres sádicos de naturaleza cruel que en pos de la ciencia y de la perpetuación de nuestra especie perjudicamos a toda criatura viviente arrancándola su derecho a desarrollarse como ser vivo.
Podéis encontrar más información al respecto en: http://cienciarazonyfe.com/assets/archivos/articulos1373494004.pdf
Aquí os dejo un hermoso vídeo que espero, os haga reflexionar sobre las emociones y la empatía, en nuestra propia especie y en las demás:
Soraya R. Oronoz