La vida no es vida si depende del dolor ajeno,
mi plato no tiene sangre ni por tanto veneno,
ojos, ojos inocentes evocados a la muerte,
viven esperando que llegue su fin,
la vida no es vida si no te dejan vivir.
Gritos, sufrimiento, dolor,
desesperación.
Encerrado cada día, tras las rejas y un cajón,
y tu no dices nada, no te quejas.
Amas a los animales pero vivir no les dejas.
Condena permanente,
venir al mundo encadenado sin ser un delincuente.
Cómplice de su mirada pagas por comer a un ser sintiente.
Llenas tu barriga de miseria y agonía,
abortas en tu cerebro la más pequeña nota de empatía.
¿Y qué más da? para ti mañana no será más que otro día.
Soraya R. Oronoz